Mujeres y Altamira
En el verano de 1948, Goeritz conoce la pintura rupestre de las Cuevas de Altamira, en Santillana del Mar, España, hecho que le provoca "un verdadero cataclismo interior", afirma Olivia Zúñiga. "Altamira es la abstracción natural: la síntesis. Una síntesis que es el ideal del arte nuevo", declaró el alemán. Para ejemplificar cuán impresionante fue el impacto, decía Goeritz se había convertido en artista gracias a ellas. De ahí que se empeñase en "llegar al más sublime término del arte, la sencillez". Algunas de las obras suyas donde se revela la influencia de mujeres y hombres de la prehistoria son En la montaña, Cerca del río y En el mar la vida es más bonita, todas gouaches sobre papel y ejecutadas en 1948.
Con la finalidad de organizar charlas y conferencias sobre arte contemporáneo, formó la conocida como Escuela de Altamira junto con el escultor Angel Ferrand, Ricardo Gullón, Alberto Sartoris, Eduardo Westerdhal y Luis Felipe Vivanco.
De esos encuentros sobresalen la Primera Semana de Arte en Santillana del Mar, que tuvo lugar del 19 al 25 de septiembre de 1949, y la Segunda Semana del Arte en Santillana del Mar, del 20 al 26 de septiembre de 1950. Cada una de estas Semanas cuenta con su respectivo libro donde se da cuenta de lo tratado.
Aunque es sabido que hubo mujeres que formaron parte de la Escuela de Altamira, es interesante ver su escaso papel en los libros que recogen esos encuentros. En el correspondiente al primero de ellos, Eduardo Westerdahl, en su intervención titulada "Sentido trascendental del arte contemporáneo", menciona a la escultora inglesa Barbara Hepworth por no haber asistido a la reunión y por constituir "un problema para la crítica del arte por el abandono de sus constantes formas abstractas en beneficio de realidades inmediatas derivadas de la última gran guerra, cuya posición estimamos circunstancial y que compartieron muchos otros artistas, con caracter de urgencia" (pp. 117); a Käthe Kollwitz, por haber insistido, junto con George Gross y Otto Dix "en este estado de crisis [de la sociedad] representando a parias, a burgueses libidinosos, al hampa, a las clases privilegiadas, a la miseria de obreros, a niños raquíticos y mujeres viciosas y enfermas" (120); y a Eva Dyrssen, "mujer del escultor [Ted] Dyrssen, nacida en América del Norte, me confirmaba esta fiebre de creación que existe en el hombre norteamericano y esta seguridad en el trabajo, esta fé contagiosa de que cada persona, sin ditinción de profesiones, traaja para un nuevo mundo y en beneficio exclusivo del hombre" (123). Cabe destacar que Eva Dryrssen, al ser políglota, redacta, junto con Rafael Santos Torroella, la versión de lo que habló su pareja, Ted (246-248), como traduce al inglés las conclusiones (249-251). Por su parte, la versión de la intervención de Tony Stubbin corre a cargo de María Luisa G. de Vivanco (243-245).
En el libro del segundo encuentro hay un dibujo de pintora italiana Carla Prina, fechado en 1951, el que ilustra esta entrada. Willi Bausmeister hace patente en su intervención "Perspectivas del arte contemporáneo" que todas las veces que se ha mencionado la palabra "hombre", no incluía a las mujeres, pues se ve en la necesidad de especificar en un momento dado cierta referencia a ellas, a propósito del "hombre musteriense" y el homo sapiens: "Se trata del hombre armónico, lo que yo denomino l'homme rond, bien equilibrado, cualquiera que sea su situación dentro de la máquina social. No puede olvidarse a la mujer. La primera fase de lo colectivo, en las familias y en las pequeñas tribus, pertenece a la forma denominada el matriarcado. En todas las religiones se encuentra la figuración de la mujer. Como ciertas formas rudimentarias sobre el cuerpo masculino, también existen en la naturaleza, en el espíritu del hombre, junto a lo masculino, valores femeninos. Y estos se hallan muy acentuados en el artista, como receptáculo que es de las fuerzas de la naturaleza y del universo" (pp. 206). No hay ningún nombre de ninguna artista en esta ocasión.
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